CAPÍTULO 15



RHAENYS


Cuando llegó, las huestes enemigas ya estaban en retirada. Afortunadamente, Orys y sus tropas habían logrado repelerlos; pero más de mil hombres habían perdido la vida durante aquel ataque.
Se encontraban en plena marcha hacia Bastión de Tormentas. Orys lideraba a las tropas en tierra mientras ella les guiaba desde el cielo a lomos de Meraxes.
Durante el camino, algunas casas del Reino de la Tormenta se habían unido a sus filas, traicionando a Argilac. Sin embargo, eran pocas y muy pequeñas. El resto de los señores habían decidido ser fieles a su rey y marcharon hacia Bastión de Tormentas, donde Argilac estaba reuniendo un gran ejército que ella pudo ver desde el cielo las veces que decidió adelantarse con Meraxes.
Sin embargo, hubo algunos señores que no quisieron esperar para entrar en combate y, junto con sus huestes, esperaron escondidos entre los árboles a la espera del momento para atacar. Ella presentía algo así, por eso hizo que Orys llevara a las tropas por campo abierto. Así. si les atacaban, ellas los vería fácilmente desde el cielo y Meraxes daría buena cuenta de ellos.
Pero el viaje era largo y los enemigos pacientes.

Cuando llegaron al Wendwater, el paso más cercano se encontraba en una zona que se acercaba peligrosamente a una parte muy boscosa. Ella decidió adelantarse y comprobar que no había enemigos antes de que las tropas llegasen.
De repente, no muy lejos de allí, observó unas columnas de humo que se alzaban sobre los árboles. Rápidamente, voló hacia ese lugar a toda prisa y, una vez allí, observó que el humo pertenecía a una gran hoguera que habían encendido en medio de un claro. Junto a las hogueras, había un grupo de hombres que la recibió con una lluvia de flechas. Sin dudarlo, hizo que Meraxes lanzara una columna de fuego contra esos hombres, que huyeron envueltos en llamas hacia el espesor del bosque.
Pronto se dio cuenta de que eran muy pocos hombres, no formando ni tan siquiera un batallón. Además, aquella hoguera no pertenecía a ningún campamento y era muy grande, como si intentaran señalizar su posición o algo por el estilo.
No tardó en darse cuenta de la verdad y del gran error que acababa de cometer, por lo que, rápidamente, emprendió el vuelo de regreso hacia el paso del río, donde Orys ya debería estar cruzándolo con las tropas. 
Nada más llegar, sus peores temores se confirmaron.
Los enemigos los habían estado esperando escondidos en la espesura y habían ordenado encender aquella gran hoguera para alejarla a ella y al dragón. Una maniobra de distracción en la que había caído como una idiota.
Afortunadamente, Orys es un tipo muy astuto y, en cuanto vio que ella e Meraxes no estaban allí, hizo redoblar la vigilancia mientras las tropas cruzaban el río. Su destreza impidió que la emboscada fuera un desastre para ellos, pero no pudo evitar esas más de mil bajas que, sin duda iban a echar de menos cuando llegaran a Bastión de Tormentas.

Desde el aire pudo ver como el enemigo se batía en retirada mientras Orys no cometía el error de ir tras ellos y se reagrupaba para seguir cubriendo el cruce de las tropas. 
Pudo distinguir los estandartes de las casas Errol, Fell y Buckler. Antes de unirse a las huestes de su rey, esos tres señores querían una victoria de la que presumir en cuanto llegasen a Bastión de Tormentas. No habían logrado una victoria, pero si iban a poder fardar ante los demás señores de haberles asestado un buen golpe a los Targaryen.
Esto a ella le enfureció. Puede que la hubieran engañado como a una necia y que hubieran causado bajas a sus tropas antes de la gran batalla, pero no pensaba permitir que esos cerdos se rieran ellos. Ese ultraje iba a tener consecuencias.
Los muy ilusos se creerían a salvo dentro del bosque, donde atacarles sería un suicidio para sus tropas. Pero no lo era para un dragón. Sin dudarlo, hizo que Meraxes volara hacia donde se encontraban ellos y vomitara su fuego sobre toda la zona.
El bosque, rápidamente, quedó envuelto en llamas. Desde su interior empezaron a salir gritos agonizantes y el olor a carne quemada lo inundó todo. Algunos soldados enemigos lograron salir a campo abierto envueltos en llamas buscando aliviarse en las aguas del río, pero todos cayeron abatidos por las flechas de los soldados de Orys.



Con el fuego reflejándose en sus ojos, ella observaba lo que acababa de hacer mientras una maliciosa sonrisa se dibujaba en su rostro. Puede que ella no fuese tan sádica como Visenya, pero no pudo evitar disfrutar con lo que acababa de hacer.
Fuego y Sangre, ese era el lema de su familia.



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