CAPÍTULO 10





ORYS


Todavía ni había amanecido cuando salieron del campamento. Hacía dos horas de aquello y el Sol ya había salido; aunque, todavía estaba muy bajo. La luz se reflejaba en su armadura, más reluciente que nunca; a penas había podido pegar ojo esa noche, así que se entretuvo limpiándola.
Marchaba hacia el norte a lomos de su caballo. El ejército de los Targaryen le seguía, formando una larga fila de columnas. Los soldados estaban muy animados y, sobre todo, motivados. Sin duda, el discurso que Aegon les había dedicado poco antes de salir había surtido efecto.


La marcha duró unas horas más hasta que, inesperadamente, Balerion apareció en el cielo y descendió bruscamente posándose frente a él, lo que le obligó a detener la marcha.
- Parece que, de momento, no vamos a asediar Valle Oscuro –le dijo Aegon desde su dragón.
- ¿Qué ocurre? –preguntó ceñudo.
- Lord Darklyn no ha querido esperar. Su alianza con Poza de la Doncella debe haberle envalentonado y está dispuesto a enfrentarse a nosotros en campo abierto. Su ejército se dirige hacia aquí; llegarán en cuestión de minutos. Más vale que nos preparemos para la batalla.
Quiso tragar saliva; aunque no lo hizo con Aegon delante. No se esperaba entrar en batalla tan pronto.
Mientras Aegon se elevaba de nuevo en el cielo con Balerion, él hizo llamar a Lord Crispian y sus otros oficiales, quienes se encargarían de transmitir sus órdenes a toda la tropa. En poco tiempo, el ejército se colocó en posición de combate, formando una gran columna, y esperaron.
El ejército enemigo no se hizo mucho de rogar. En poco tiempo empezaron a aparecer en el valle multitud de soldados portando estandartes de los Darklyn y los Mooton. Rápidamente, adoptaron sus posiciones, formando una columna mucho mayor que la suya.
Orys sintió de nuevo deseos de tragar saliva. Frente a ellos se extendía un ejército que doblaba al suyo y se iban a enfrentar a él a campo abierto. No era una muy buena forma de comenzar aquella campaña. Miró al cielo, donde se encontraba Aegon sobre Balerion, y sintió algo de alivio. Era una suerte que tuvieran ese dragón, de lo contrario, la batalla estaría perdida desde antes de comenzar.
Lord Darklyn y Lord Mooton se adelantaron con banderas de parlamento. Aegon debió advertirlo, ya que aterrizó de nuevo. Saltó de Balerion y pidió que le entregaran un caballo con el que se dirigió junto a él hacia los señores enemigos.
La negociación apenas duró 5 minutos. Cuando Aegon, presentándose como rey de Poniente, les pidió doblar la rodilla y unirse a él en su conquista, los señores de Valle Oscuro y Poza de la Doncella se echaron a reír y le dijeron que si retiraba a su ejército y volvía a Rocadragón no volviendo a esas tierras nunca más, le perdonarían la vida. Lord Darklyn, además, añadió que le entregara a una de sus hermanas ofrenda de paz.
- Venga, hombre –dijo entre carcajadas –. Dos son demasiadas para ti.
Furioso, Aegon rompió la negociación y ambos regresaron con las tropas. Antes de volver a montar sobre Balerion y salir volando de nuevo, le ordenó que cargara contra el ejército enemigo. Así que saltó sobre su caballo, desenfundó su espada y lanzó un grito de guerra hacia sus soldados. Los cuernos empezaron a sonar y el ejército Targaryen comenzó a avanzar hacia el ejército enemigo con él a la cabeza.
Los cuernos enemigos también sonaron y el las tropas ponientís empezaron a avanzar también. Balerion comenzó a hacer pasadas sobre ellos y los arqueros dispararon sus flechas contra él. Sin embargo, el dragón lograba elevarse antes de que le alcanzaran.
Orys contemplaba aquello y sonrió, ya que sabía lo que su amigo estaba haciendo. Con los arqueros enemigos distraídos con el dragón, evitaba que una lluvia de flechas cayera sobre él y el ejército que lideraba. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, ordenó que los arqueros lanzaran una lluvia de flechas contra el enemigo, causando muchas bajas.
Los arqueros enemigos se prepararon para responder. Pero, al hacerlo, quitaron su mirada del dragón sin darse cuenta del error que acababan de cometer hasta que ya era demasiado tarde. Balerion pasó rápidamente a muy baja altura vomitando fuego sobre ellos. En cuestión de segundos, los arqueros enemigos fueron destruidos. Desde su caballo, Orys veía como gritaban y se retorcían entre las llamas; a pesar de la distancia, el olor a carne quemada llegó hasta su nariz.
Aegon no perdió el tiempo y lanzó a Balerion contra las catapultas del enemigo, que ya habían empezado a disparar unas cuantas piedras sobre ellos. Sin los arqueros, estas estaban completamente desprotegidas y Balerion pudo reducirlas fácilmente a cenizas. Seguro que, en esos momentos, Lord Darklyn lamentó no haber planificado mejor la defensa.
Sin arqueros y sin catapultas, el ejército enemigo estaba completamente indefenso frente a Balerion. Este empezó a sobrevolarles varias veces, calcinando a cientos de soldados en cada pasada. Pronto, el caos se apoderó de las tropas enemigas y a Lord Darklyn y Lord Mooton les costó mucho mantener la formación.
Orys supo que había llegado el momento y se lanzó contra las filas enemigas. El choque fue brutal. A los ponientís les fue imposible contenerles y pudo atravesar sus filas sin problemas.
Entre gritos y ruido de espadas y lanzas chocando, avanzó con su caballo decapitando y desmembrando con su espada a los soldados enemigos que se acercaban a él o le cortaban el paso. Buscó a Lord Darklyn y a Lord Mooton con la mirada, pero no lograba encontrarlos.


Él y sus tropas continuaron avanzando entre las filas enemigas, dejando el campo sembrado de cadáveres, cabezas, brazos y piernas cercenados y, sobre todo, grandes cantidades de sangre; tantas que hasta formaban enormes charcos. El ejército enemigo comenzó a retroceder, pero Aegon se les adelantó e hizo que Balerion levantara un gran muro de fuego tras ellos, cortándoles la huída.
Atrapados entre el fuego y el ejército Targaryen, los soldados enemigos empezaron a ser exterminados. La mayoría luchó por su vida. Otros arrojaron las armas e intentaron huir o se arrodillaron suplicando por su vida.
Orys, mientras, continuó buscando a los líderes enemigos mientras aniquilaba con su espada a todo el que se le acercaba con intenciones hostiles. Pronto encontró a Mooton. Este aún seguía sobre su caballo, pero una lanza lo atravesaba y, de no haberse quedado enredado en las riendas del caballo, su cadáver estaría en el suelo formando un gran charco de sangre.
Buscó con la mirada a Lord Darklyn, al que localizó a lo lejos. El tipo había encontrado una vía de escape y, como el cobarde que era, se alejaba de la batalla a galope dejando a sus tropas a merced de las suyas.
Trató de perseguirle pero, en esos momentos, un soldado corpulento se lanzó sobre él, arrojándole del caballo y haciéndole caer de espaldas sobre la hierba. El impacto le hizo soltar la espada, que cayó a varios metros de él. Quiso levantarse cuanto antes y recuperarla. Pero el soldado corpulento se colocó sobre él y su pesado cuerpo el impedía levantarse. El tipo intentó hundir su espada en su rostro, pero se lo impidió agarrándolo por la muñeca. 
El tipo era muy fuerte y no tardaría en hundirle el acero; la punta de la espada ya casi le rozaba un ojo. Pero Orys no había dicho su última palabra. Mientras sujetaba con una mano la muñeca de su contrincante, alargó la otra mano hacia su pierna, sacando una daga de su bota y clavándosela en el cuello a su contrincante, que cayó sobre él, inerte y con la sangre chorreando por su boca.
Rápidamente, se lo quitó de encima y se puso en píe, recuperando su espada. Un soldado enemigo surgió por detrás de él y, antes de que se diera cuenta, lo atacó por la espalda. Sin embargo, la espada de este no llegó a tocarle, ya que, cuando se dispuso a asestarle el golpe mortal, fue alcanzado por una flecha de un arquero Targaryen que, desde su posición, había advertido que su comandante estaba en peligro.
Ajeno a esto, Orys siguió buscando a Lord Darklyn con la mirada. Pronto lo volvió a encontrar, pero el tipo estaba ya muy lejos del campo de batalla y él no sabía donde se encontraba en esos momentos su caballo, el cual se había perdido en el flagor de la batalla.
Sin embargo, Balerion apareció sobre el Lord enemigo y se lanzó en picado contra él, haciendo que se callera del caballo. Aegon saltó del dragón y fue hacia él desenfundando a Fuego Oscuro. Lord Darklyn se puso de rodillas y empezó a gritar con los brazos en alto. Desde donde estaba, Orys no podía escuchar lo que decía, pero supo enseguida que eran súplicas por su vida.
Pero ya era tarde. Si tenía alguna posibilidad de salvar su vida, la perdió cuando se mofó de Aegon y de sus hermanas. Aegon levantó en alto a Fuego Oscuro y lo decapitó con ella.






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